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Museo de Arqueología Subacuática

Fuerte de San José el Alto, Campeche

Por Arqueóloga Adriana Velázquez Morlet

Con información de las arqueólogas Helena Barba Meinecke y Claudia Elena Escalante Díaz.

El Fuerte de San José el Alto forma parte del sistema defensivo de la ciudad de Campeche, construido fuera del recinto amurallado en el siglo XVIII. Su construcción concluyó el nueve de agosto de 1792, bajo la supervisión del teniente de rey José Sabido, sobre el cerro de la Vigía Vieja, nombre de un primer puesto defensivo instalado en el lugar.

El edificio tiene una superficie de mil 828.79 metros cuadrados y está protegido por una muralla y un foso. Para el siglo XIX, no había ataques piratas, pero el sistema defensivo de la ciudad continuó siendo utilizado durante las luchas internas que se desarrollaron en la península. Fue abandonado a finales de ese siglo hasta que en los años setenta del siglo XX inició su restauración. En los noventa, se usó como bodega de bienes culturales. En 1995 fue habilitado como Museo de Barcos y Armas y, en diciembre de 2017, fue inaugurado como Museo de Arqueología Subacuática, con un discurso y una museografía renovados.

El museo consta de seis salas que permiten adentrarse en la historia de la exploración subacuática, resaltando los avances en el desarrollo de la tecnología marítima, e incluyendo hallazgos relevantes y su proceso de recuperación a través de técnicas arqueológicas.

Aunque no hubo ataques piratas en el siglo XIX, el sistema defensivo siguió utilizándose durante los conflictos internos de la península.

Sala 1. Introducción a la arqueología subacuática

En esta sala inicial, se muestra cómo se realiza la arqueología subacuática y sus técnicas, y cómo se interpretan los hallazgos que se localizan en el fondo de mar, lagunas, ríos, cenotes y cavernas sumergidas. También se enfatiza la participación de las comunidades en la protección del patrimonio cultural subacuático.

Sala 2. El origen sumergido

Réplica de una defensa de mamut. Sala 2, MARSUB. Foto Domo Educativo.

En este espacio, el visitante puede adentrarse en la recreación de los paisajes kársticos sumergidos, específicamente de una cueva inundada, en la que se muestra cómo se formó la península de Yucatán y cómo se ha transformado con el paso del tiempo, incluyendo la aparición de la mega fauna del período Pleistoceno, ejemplificada con un tigre dientes de sable, un perezoso gigante y un gonfoterio: mamífero emparentado con los mamuts y los elefantes actuales. Estos animales convivieron con los primeros humanos que habitaron la región, por lo que aquí se muestra el hallazgo de Naia, una joven mujer cuyo esqueleto fue encontrado en la cueva sumergida Hoyo Negro, cerca de Tulum, que es considerada como uno de los individuos más antiguos de América.

Sala 3. Los navegantes mayas

Esta exposición muestra el impacto de los avances tecnológicos en la navegación desde la Revolución Industrial en la segunda mitad del siglo XVIII.

Aquí se aborda la relación de los antiguos mayas con el agua, particularmente a través de las redes de intercambio regional y a larga distancia, que permitieron a los antiguos habitantes de la península tener acceso a alimentos, materias primas y bienes suntuarios que circularon entre pequeños poblados vecinos, pero también a través de caminos terrestres y vías marítimas entre los puertos de la región, como la bien conocida isla de Jaina hasta los lejanos puertos de Nito y Naco, en Honduras. Se muestra, además, una colección de vasijas preclásicas, llamadas “chocolateras”, recuperadas en cenotes de Yucatán, testimonio de rituales vinculados al agua, donde el cacao tenía un papel relevante.

Sala 4. Pecios e instrumentos de navegación

Caña de timón de madera de ébano. Sala 4, MARSUB. Foto: Claudia Escalante.

En esta sala, podrán conocerse diversos objetos empleados para la navegación entre los siglos XVI y XVIII, como astrolabios, sextantes, brújulas y escandallos (plomadas) encontrados en naufragios de Campeche, y una hermosa caña de timón de madera de ébano con la efigie de un galgo (siglo XVIII), procedente de Palizada: una palanca que se ajustaba a la cabeza del timón y le permitía hacerlo girar, así como una media culebrina de bronce recuperada en el pecio Cayo Nuevo I, considerada el cañón más antiguo en su tipo en el hemisferio occidental, y cuyo hallazgo propició la creación de un área de arqueología subacuática en el Instituto Nacional de Antropología e Historia.

Sala 5. El tesoro del Arrecife Alacranes

Este espacio resguarda una de las colecciones virreinales más importantes encontradas tras la investigación subacuática. Incluye más de 200 objetos de oro, esmeraldas, diamantes, amatista e imitación de coral rojo, recuperados en el naufragio Ancla Macuca, del siglo XVIII: una embarcación que fue parte del sistema de navegación establecido entre la Nueva España (México y la península de Yucatán) y la Nueva Granada (Colombia, Venezuela, Ecuador, Panamá y Guyana). Durante las exploraciones, los investigadores recuperaron instrumentos de percusión y laminillas de oro cortadas, que indican que pertenecían a un orfebre que trabajaba durante el viaje en la fabricación de piezas de joyería destinadas al uso cotidiano de las elites, ya que entre los hallazgos se encuentran anillos, dijes, botones, mancuernillas, mondadientes y cadenas, así como aplicaciones para mantos, medallas, rosarios, relicarios y cruces empleados en ceremonias religiosas.

Sala 6. Desarrollo tecnológico en la mar

En esta sala, se muestra el impacto que los cambios tecnológicos tuvieron en la navegación a partir de la Revolución Industrial, en la segunda mitad del siglo XVIII, incluyendo el uso de motores y máquinas que gradualmente sustituyeron a la velas e hicieron más rápidos los viajes en el mar.

Para ilustrarlo, se muestran objetos hallados en naufragios, como los vapores correo R.M.S. Forth y R.M.S. Tweed (encontrado en el arrecife Alacranes), La Unión (descubierto en Sisal) y el pecio Calderas, que se encuentra en el Banco Chinchorro, frente a la bahía de Chetumal. También se incluyen algunas piezas recuperadas en diversos contextos subacuáticos, como un microscopio que se encontró cerca de Isla Aguada, y objetos más pequeños: botellas de vidrio, piezas de cerámica y cubiertos de peltre empleados por los pasajeros de las embarcaciones hundidas.

Este museo ha sido distinguido con una Declaratoria de Buena Práctica de la Convención UNESCO 2001 sobre la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático.

Este artículo forma parte de la edición «Museos Icónicos de México»; puedes descargar la versión digital haciendo clic aquí.

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