Por la Doctora Nataly Castelblanco-Martínez
Conacyt / Universidad Autónoma del Estado de Quintana Roo / FINS.
Son apenas las ocho de la mañana y nuestra embarcación de investigación sale de Punta Allen para un monitoreo de observación de mamíferos marinos. No llevamos ni diez minutos de recorrido y ya encontramos la primera sorpresa.
Rompiendo las olas, con su hocico lleno de vibrisas, vemos a un enorme manatí de color marrón que abre sus narinas, suelta un chorro de aire y se hunde en el agua, lentamente, después de respirar. Al sumergirse, vemos su lomo brillante, cubierto de verdín, y su gran cola en forma de remo. Pocos segundos después, aparece un hocico mucho más pequeño y oscuro: es un manatí cría esforzándose graciosamente por alcanzar a su robusta madre.
Mientras tomamos notas y fotografías, recuerdo que, a pesar de que estamos en un área natural protegida, los manatíes, aquí y en todos los lugares donde habitan, siguen estando en peligro de extinción. Estos mamíferos son animales de gran tamaño, llegan a alcanzar hasta 500 kilogramos de peso en su edad adulta, lo que mide una vaca. Sin embargo, son completamente inofensivos, no poseen garras ni colmillos, y su reacción ante lo desconocido es huir y esconderse. Por eso, durante muchos años, fueron víctimas relativamente fáciles de cazadores en busca de su apreciada carne.
Hoy en día, los manatíes se encuentran protegidos por leyes mexicanas e internacionales, pero enfrentan varias amenazas, unas persistentes y otras novedosas, pero todas asociadas a acciones humanas. En Quintana Roo, podemos encontrar manatíes en toda la costa del estado, concentrados en zonas protegidas como el Área de Protección de Flora y Fauna Yum Balam, la Reserva de la Biósfera de Sian Ka’an y el Santuario del Manatí. Sin embargo, el Río Hondo, límite político y natural con el vecino país de Belice, es un área también importante para los manatíes, que aún se encuentra sin protección.
Hace pocos años recibimos un reporte al teléfono 911 donde se informaba sobre el hallazgo de un manatí muerto, así que activamos el protocolo de acción de atención de la Red de Varamientos de Mamíferos Marinos del Estado de Quintana Roo, del que somos parte miembros de universidades, centros de investigación, asociaciones civiles, empresas privadas y, por supuesto, autoridades ambientales. En muchos casos, es imposible saber la causa de la muerte de los manatíes, porque generalmente recuperamos los cadáveres ya muy descompuestos.
Este fue un caso especial, pues, después de una inspección minuciosa, logramos verificar que el animal, una hembra muy joven, murió debido a un golpe contundente causado por una embarcación que iba a alta velocidad. En Belice, los atropellamientos con barcos a motor son la principal causa de muerte de los manatíes, y nos preocupa que lo mismo empiece a ocurrir en el Caribe mexicano, debido al aumento descontrolado del turismo.
Pero no todo son noticias tristes. En Laguna Guerrero, en el sur del estado, se encuentra el Centro de Atención y Rehabilitación de Mamíferos Acuáticos (Carma), del Ibanqroo, donde habita temporalmente Pompeyo, un manatí huérfano, rescatado cuando tenía apenas unas semanas de nacido. Pompeyo ha respondido muy bien a nuestro protocolo de rehabilitación, durante muchos meses lo alimentamos con mamila con una fórmula láctea especial, y actualmente su dieta es completamente sólida: algas cosechadas de la misma laguna y lechugas.
Hoy en día, Pompeyo es un jovencito sano, fuerte y curioso, con muchos deseos de explorar. Está listo para la libertad. Nosotros, decenas de personas que hemos apoyado el proceso de manera voluntaria, ya hicimos gran parte de la tarea. Ahora sólo falta que la comunidad local del Santuario del Manatí, donde pensamos liberarlo, nos ayude a protegerlo sin perseguirlo, sin ofrecerle bebidas o alimentos, y sin tocarlo. Esto, además de ser perjudicial para Pompeyo, es un delito ambiental.
Nuestro recorrido de monitoreo de manatíes en Sian Ka’an nos toma varias horas de navegación bajo el fuerte sol del Caribe, durante las que registramos a varios de estos animales. Casi la mitad de los encuentros corresponden a mamás manatíes y sus bebés, lo que nos hace pensar que estas lagunas de manglar son como enormes guarderías para la especie. Calmados y tímidos, normalmente se encuentran cerca de los ojos de agua donde beben el agua dulce que requieren para sobrevivir.
También los vemos ramoneando en los fondos lodosos en busca de algas y pastos marinos, su alimento favorito; o resguardados cerca del manglar. De regreso a Punta Allen, conversamos con los habitantes de la comunidad sobre la importancia de los manatíes, la belleza de este animal y todo lo que significa para la cultura maya.
En el mundo, existen tres especies de manatíes, una en África y dos en América. En México, tenemos al manatí antillano Trichechus manatus manatus, desde el estado de Tamaulipas en el Golfo de México hasta Quintana Roo en el Caribe mexicano. México es uno de los países con gran población de estos animales: entre1000 y 1200 individuos en el territorio.
Los manatíes se consideran parte de la megafauna acuática, pues llegan a alcanzar hasta cuatro metros de largo y 500 kilogramos de peso en edad adulta. Ellos, junto con sus primos los dugones, son los únicos mamíferos herbívoros que son completamente acuáticos.
El manatí del Caribe se alimenta principalmente de pastos marinos, algas y manglar. Además, necesita tomar agua dulce por lo menos una vez por semana, por eso siempre está asociado a ojos de agua, bocas de ríos y caletas. Aunque curioso, es muy tímido y asustadizo. Por ello prefiere estar en aguas calmadas y protegidas, lejos del bullicio y la gente.
Los manatíes históricamente han sido objeto de la caza para consumir su carne, y actualmente los atropellamientos con embarcaciones también son un problema de conservación. Sin embargo, al parecer el mayor problema para el manatí es la pérdida de la calidad de su hábitat debido a la tala de manglar, la falta de praderas de pastos marinos, la contaminación, el ruido ambiental y el tráfico de embarcaciones.
La hembra manatí tiene normalmente una sola cría por preñez, y la cuida y alimenta por casi dos años. Por ello, la reproducción es bastante lenta, y la población no se recupera tan rápido como quisiéramos.
Los manatíes son organismos muy importantes para el ecosistema, ayudan a mantener en equilibrio las praderas de pastos de las que dependen muchos otros animales, y permiten reciclar los nutrientes transformando su comida en heces y orina. Su conservación es considerada prioritaria para México, pero sólo será posible con la participación activa de las comunidades, la empresa privada, los gobiernos y las instituciones de investigación científica.
Estamos todos de acuerdo en que la conservación de los manatíes en Quintana Roo no será posible sin involucrar a las comunidades locales: pescadores y operadores turísticos, hombres y mujeres, niños y adultos. Es por esto que, desde 2022, pusimos en marcha el Corredor Biocultural para la Conservación y el Monitoreo del Manatí en Quintana Roo, una iniciativa patrocinada por OneEarth, con la que se busca involucrar a la comunidad quintanarroense en el cuidado de esta especie emblemática para el estado. Mediante educación ambiental, ciencia comunitaria y turismo sustentable, queremos poner nuestro granito de arena para que entre todos logremos la recuperación de estos gordos, amables y simpáticos animales.