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Pez Loro, aliados del arrecife

Mélina Soto

Coordinadora para México de Healthy Reefs for Healthy People Initiative

El Sistema Arrecifal Mesoamericano es una región ecológica muy importante que compartimos con Belice, Guatemala y Honduras. Los arrecifes de coral que lo componen bordean más de 1000 km lineales de costa, haciendo de este ecosistema uno de los arrecifes de coral más grandes del mundo. Alberga numerosas especies emblemáticas como las tortugas y el tiburón ballena, especies protegidas y amenazadas, así como especies de interés comercial como las langostas o los meros. Las comunidades costeras de esta zona dependen directamente de la salud de esta ecorregión por la belleza escénica de sus playas y aguas cristalinas, base de la actividad turística que genera billones de dólares al año, pero también por sus vínculos históricos que alimentan una colorida diversidad cultural.

Los diferentes servicios ecosistémicos de los arrecifes sanos son bien conocidos: desde la protección de la costa (ante el aumento de la frecuencia y fuerza de las tormentas tropicales); la seguridad alimenticia de las comunidades (donde la pesca artesanal es la fuente principal de proteína y de ingreso); importantes nuevos compuestos farmacobiológicos; hasta ser un atractivo turístico de importancia mundial. En efecto, se estima que los arrecifes del mundo – gracias a sus aguas claras, playas de arena blanca y belleza escénica – generan unos 36 mil millones de dólares americanos a través del turismo. En la isla de Cozumel, se ha estimado que los arrecifes generan unos 5,493 millones de pesos gracias a los casi dos millones de visitantes anuales y que, de seguir degradándose, reflejarían una pérdida de 1,500 millones de pesos anuales.

Desafortunadamente, los arrecifes de coral están enfrentando graves amenazas, principalmente por el cambio climático global y la contaminación antropogénica, conduciendo a una disminución drástica en la cobertura de coral vivo y una proliferación de macroalgas. Dichas macroalgas tienen efectos negativos sobre el asentamiento de las larvas de coral, el crecimiento y la sobrevivencia de los corales constructores de arrecifes. La degradación de los arrecifes frecuentemente viene asociada a un cambio de fase de un arrecife dominado por corales a un sistema dominado por algas, generalmente macroalgas y de “tapete”. La herbivoría, el consumo de las macroalgas, es considerada uno de los procesos ecológicos más importantes en los arrecifes de coral, manteniendo el delicado equilibrio entre los corales y las algas.

Simpáticos aliados del arrecife

Varios organismos cumplen con esta tarea de herbivoría en el arrecife, como los erizos o ciertos cangrejos, pero uno de los más efectivos y carismáticos es el colorido pez loro.

Los peces loro, son un grupo de peces muy distintivos del arrecife. Se caracterizan por patrones de colores vivos, un pico semejante al del ave del mismo nombre y un cuerpo ovalado grueso de tamaño mediano a grande. Tienen nombres comunes de acuerdo a sus colores: loro medianoche, loro cola amarilla, loro guacamaya, loro semáforo, loro reina, etc.

El pez loro guacamaya es de hecho uno de los peces más grandes del Caribe pudiendo rebasar el metro de longitud;  su pico impresionante y sus colores naranja, azul y verde  lo vuelven un avistamiento sin  igual para los buzos. La mayoría de los peces loro son hermafroditas protóginos: la primera fase de su vida son principalmente hembra; y la fase terminal, exclusivamente macho;  es decir, cambian de sexo en su etapa final!  En la etapa adulta se encuentran mayormente solitarios; y en pequeños grupos durante su etapa juvenil, aunque pueden formar congregaciones y harenes durante la época reproductiva. Los juveniles pueden encontrarse en los lechos de pastos marinas y en los manglares, por lo cual es muy importante conservar la conectividad y la salud entre los diferentes ecosistemas de nuestras costas, ya que de ellos dependen a lo largo de su ciclo de vida.

Pez loro guacamaya (Scarus guacamaia), foto de Nadia Rubio – Idea Wild – Mar Sustentable

Especies como el pez loro semáforo pastorean principalmente macroalgas y algas endolíticas, que crecen en el lecho marino, removiendo ocasionalmente parte del sustrato, lo cual previene el crecimiento rápido de las algas y genera, a la par, varios kilos de material carbonatado al año, alimentando así los bancos de arena, tan preciada por el turismo en la región del Caribe Mexicano. En efecto, además de consumir y remover kilos y kilos de algas del arrecife, se estima que un pez loro semáforo adulto «produce» hasta 146 kg de carbonato de calcio al año, con un tamaño de grano inferior a los 250 mm, o sea: arena blanca y fina, la de nuestras playas.

Pez loro semáforo (Sparisoma viride), foto de Christian Amador.

Desafortunadamente, las poblaciones de peces loro han disminuido en nuestras costas, principalmente debido a la destrucción de sus hábitats: los arrecifes, los pastizales marinos y los manglares, así como por culpa de la sobrepesca y la contaminación. Sus números han decaído pero también sus tallas. En efecto, cada vez son más raros los avistamientos de peces loro grandes y, si recordamos su ciclo de vida hermafródita, es muy preocupante para la salud de las poblaciones de estos peces el no contar con sus fases terminales que aseguren una efectiva reproducción. No obstante, en las zonas de refugio pesquero, se han observado tendencias a la mejora: mayores números de peces y un aumento de sus tallas promedio. Esta tendencia también se ha registrado para otras especies de peces, donde sus niveles han doblado y sus tallas aumentado más de 6 veces. Las zonas de refugio pesquero muestran ser una herramienta muy efectiva para el manejo sostenible de los recursos marinos.

Después de años de investigación y trabajo de comunicación en torno a la importancia de conservar los peces herbívoros, la incansable labor de varios grupos ambientales de Quintana Roo, socios de la Iniciativa Arrecifes Saludables para Gente Saludable ha rendido frutos. En efecto, en el 2019, con la colaboración de la Dirección General de Vida Silvestre, 10 especies de peces loro del Caribe Mexicano fueron añadidas a la lista de especies protegidas, la NOM-059-SEMARNAT-2010, bajo protección especial debido a su importancia para el equilibrio ecológico de los arrecifes de coral del Caribe.

El papel de los peces loro para controlar las macroalgas toma cada vez mayor importancia para asegurar, junto a otras estrategias de manejo y restauración, las funciones, el crecimiento y la sobrevivencia de los arrecifes mexicanos. Ante el incremento de los eventos perturbadores del cambio climático global, los esfuerzos de manejo enfocados hacia la protección de los herbívoros tienen efectos muy positivos. Como ciudadanos responsables, tenemos que involucrarnos y no consumir pez loro, respetar las vedas de las demás especies, no destruir el manglar, dejar de consumir plástico de uso único, e involucrarnos con nuestra comunidad en las diferentes actividades de limpieza, protección y conservación del medio ambiente.

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