Antonio Benavides C.
El nombre Calakmul es de cuño reciente. Fue llamado así por los chicleros que conocían la zona desde fines del siglo XIX. La voz es de origen maya yucateco y significa “dos montículos juntos o adyacentes” y hace referencia a las construcciones más elevadas de la antigua ciudad. En tiempos prehispánicos la región era conocida como el Reino de Kaan; es decir, de la Cabeza de Serpiente, por ello su glifo emblema era, precisamente, la cabeza de un ofidio (Fig 1).
De manera similar a otros asentamientos mayas importantes, en Calakmul los arqueólogos han encontrado evidencias de urbanismo; es decir, una serie de elementos entre los que se cuenta con un espacio con alta densidad de población y en donde predominan el comercio a larga distancia, la manufactura de diversos bienes y la prestación de varios servicios. También se descubrió una marcada densidad de construcciones correspondientes a varios niveles socioeconómicos; evidencia del desarrollo de las ciencias; así como expresiones artísticas propias.
Quizá lo que más llama la atención de los objetos procedentes de Calakmul es que, en su mayor parte, son vasijas elaboradas en cerámica, algunas de procedencia local y otras llevadas desde regiones lejanas (Fig. 2). Resaltan las máscaras de mosaico de jadeíta, piezas siempre asociadas a los gobernantes o a los señores vinculados con el estamento rector (Fig. 3). Pero también se han registrado numerosos artefactos de piedra tallada y pulida que se usaron como herramientas (cuchillos, puntas de proyectil, buriles, etc.) o bien como parte de la indumentaria personal (orejeras, bezotes, pectorales, etc.). Otro elemento cuantioso son los productos del mar, como valvas y caracoles, importantes por su asociación con el inframundo, y de los cuales se manufacturaban numerosas piezas como anillos, collares, cascabeles, pulseras, colgantes, figurillas y un sinfín de objetos.
Por lo que toca a la arquitectura monumental de Calakmul, encontramos patrones cuadrangulares que miden un promedio de 100 metros por lado, así como múltiplos de 20. Evidentemente usaron una medida casi equivalente a cuadrados de 20 metros por lado (Fig. 4). Posiblemente los trazos originales se realizaron mediante pasos, en ceremonias específicas; otra opción pudo ser el uso de cuerdas con medidas previamente marcadas. Sea como fuere, esas dimensiones no fueron exactas dado el factor humano. Recordemos que el metro fue instituido hasta fines del siglo XIX y, aún hoy, existen sociedades que prefieren usar otros patrones, como yardas y millas.
No obstante, después de varios siglos de dominio hispano, de aquellas medidas antiguas derivaron los “mecates” o espacios para la milpa, aún usados por algunos campesinos tradicionales del mundo maya. Ello no debe sorprender; recuérdese que el sistema calendárico y aritmético que usaban era de carácter vigesimal.
En Calakmul y en otros asentamientos mayas no hay una traza reticular como ocurre en Teotihuacán, donde se han reportado módulos de 57 metros (más múltiplos y submúltiplos), pero sí hay una clara intención por ordenar el espacio construido y las plazas circundantes tomando como referencia los ejes cardinales. De ahí la relevancia de los estudios arqueo-astronómicos, que permiten entender la orientación de muchas construcciones en función de varios astros.
Las dos estructuras más grandes de Calakmul, por ejemplo, miden en su base prácticamente 100 m por 100 m (estructura I) y 140 m por 140m (estructura II) (Fig. 5). La gran plaza que se abre al norte de la estructura II tiene unos 200 m de largo por 100 m de ancho. Las medidas no son exactas, sino aproximadas, muy cercanas de los módulos vigesimales que debieron usar los planificadores mayas.
Importante complemento de los edificios eran las esculturas que hoy conocemos como estelas y altares, muchas veces colocados al pie de las fachadas. En las estelas se tallaban las imágenes de los gobernantes en turno, con inscripciones que indicaban fechas, nombres y eventos celebrados. Algo similar sucedía con los altares, que generalmente eran circulares y se hallaban frente a las estelas o a un lado de ellas. De hecho, Calakmul es el sitio con más estelas registradas (cerca de 120).
Además de los grandes edificios, Calakmul cuenta con varios conjuntos de viviendas que fueron ocupadas por familias cercanas a los gobernantes. Algunos de esos espacios, hasta ahora explorados, se encuentran en los sectores noreste y noroeste de la Gran Acrópolis. La unidad llamada Casa del Dueño del Cielo (Utsial Caan) tiene una plazuela central de unos 3700 m², con un depósito subterráneo para agua de lluvia (un chultún), y únicamente es accesible a través de dos entradas angostas. Contiene 13 habitaciones, muchas de ellas con banquetas dispuestas en torno a tres patios interiores. Todo estaba rodeado por un muro de unos 4 metros de altura para asegurar la privacidad.
A poca distancia, al oeste, se encuentra otra unidad residencial, ahora llamada Casa del Seis Ahau (Wac Ahau Nah). Es un poco más chica, con ocho habitaciones grandes y una pequeña (quizá usada como bodega), rodeada por un patio de unos 65 m². Los aposentos miden de 10 a 15 m² y sus espacios se encuentran ocupados por banquetas que se usaban para descansar o bien para dormir (Fig. 6).
La mayor parte de la vida cotidiana se realizaba fuera de las casas. Esas construcciones eran de mampostería, techadas con bóveda o arco falso. Se les llama así porque no son arcos verdaderos, como los romanos, en los cuales el retiro de cualquiera de sus dovelas causa el colapso de la obra. En el caso de las bóvedas mayas, el buen trabajo de la mampostería permite conservar media bóveda aun cuando falte la parte complementaria.
El manejo del agua fue otra obra relevante en la antigua Calakmul. La única fuente
del vital líquido fue la lluvia, y ésta era almacenada en cinco grandes depósitos o aguadas. El mayor es un gran rectángulo de 240 por 210 metros que se abastecía por medio de un arroyo estacional. Se localiza al norte del núcleo de la ciudad (Fig. 7). Desde las aguadas, el vital líquido era transportado a los muchos sectores domésticos de la ciudad.
En los alrededores del corazón de Calakmul existen miles de vestigios de lo que fueron viviendas más modestas, que alguna vez tuvieron cimientos de piedras burdas, así como paredes y techos de materiales perecederos (madera y palma de huano). Corresponden al grueso de la población, a los miles de personas que cotidianamente se encargaban de conseguir y proporcionar agua, alimentos y bienes diversos a quienes detentaban una posición social más elevada. Esa numerosa población también aportaba la mano de obra para la construcción y el mantenimiento de los grandes edificios, patios y plazas. De igual manera, el pueblo común participaba en los enfrentamientos armados.
El mantenimiento de la infraestructura urbana debió ser periódico y paulatinamente fue acabando con la vegetación circundante; la obtención de cal para elaborar argamasa (usada en aplanados, pisos y mezclas constructivas) requiere del corte y quema de muchos árboles. Estas labores extractivas, sumadas a la deforestación causada por labores agrícolas, debieron generar problemas ambientales. Por ello, algunos investigadores piensan que el colapso de las sociedades mayas ocurrió debido a la confluencia de varios factores, como el señalado anteriormente, al que pudieron haberse agregado sequías, enfermedades y sublevaciones generadas por contradicciones sociales.