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Tulum, el Ancestral Pueblo Mágico de la costa de Quintana Roo

Por Arq. Adriana Velazquez Morlet, Delegada del Centro INAH Campeche.

Si quisiéramos saber por qué Tulum es un pueblo mágico, probablemente tendríamos que remontarnos casi trece mil años atrás, cuando esta región era una pradera de clima templado a la que llegaron los primeros pobladores pre mayas de la Península de Yucatán, buscando abrigo y agua en las cavernas que, en aquel tiempo, aún no se encontraban inundadas; la vida de aquellos hombres y mujeres era muy dura, la comida escaseaba y los peligros acechaban, por lo que las cuevas resultaron un refugio ideal para vivir temporalmente, encontrar agua dulce e incluso para depositar a sus muertos. Ante este panorama tan inhóspito, la seguridad que ofrecían Tulum y sus cavernas debió parecerles misteriosa.

Escultura “Ven a la Luz” de Daniel Popper. Actualmente en Ahau Tulum.
Foto de Adrien Vajas.

Muchos siglos más tarde, hacia el s. IX de nuestra era, en la costa este, y en particular en Tulum, una vez que las grandes ciudades clásicas del interior de la Península entraron en crisis, se fortaleció un sistema de asentamientos con una economía basada en el intercambio regional y a larga distancia. En esa época comenzó a desarrollarse un estilo arquitectónico inspirado en los edificios de Chichén Itzá y el Puuc, que daría lugar al estilo Costa Oriental. El creciente poder político de Chichén Itzá fue un factor que quizá haya estimulado el crecimiento de nuevos asentamientos en Tulum y otros lugares de la región.

Pirámide de Nohoch Mul, Cobá.

La gran actividad económica que evidencian los restos de estas ciudades muestra que la sociedad maya del siglo XVI en Tulum y la costa oriental era dinámica y en permanente recomposición, con intensos contactos con el altiplano mexicano y otras regiones de Mesoamérica. Mientras las viejas ciudades como Cobá, Ekbalam, Chichén Itzá o Mayapán, languidecían y se convertían en lugares con una población muy menor, Tulum resplandecía con una magia que sorprendió a los primeros viajeros españoles, que avistaron la ciudad costera cuando arribaron al oriente de la península, capitaneados por Francisco Hernández de Córdoba en 1518; su tamaño era tal que les pareció una ciudad tan grande como Sevilla, pero el inicio de la campaña de conquista y colonización española de la costa oriental tuvo un impacto tan devastador que para 1579 su esplendor era sólo un recuerdo y se le describía como una ciudad en ruinas.

Escuchando el fonógrafo frente al Castillo. Gann, 1926

La selva envolvió a la ciudad desierta, que volvió a ocultar su magia, y la costa oriental apenas fue objeto de esporádicas visitas debido a que se la consideraba muy peligrosa a causa de la presencia de mayas insumisos que nunca pudieron ser sometidos al dominio colonial; estos escasos pobladores seguramente mantuvieron al arruinado Tulum como un santuario en el que se veneraba a los ancestros.

Laguna La Unión, Tulum.
Foto de Diego Solis.

Fueron los famosos viajeros John Stephens y Frederick Catherwood quienes, en 1842, redescubrieron el encanto de Tulum, cuando llegaron al lugar guiados por un hijo del famoso pirata Molas. Impresionados por la conservación del sitio y a pesar de los mosquitos que hicieron que su estancia fuera miserable, lograron hacer una descripción de la ciudad y darla a conocer al mundo occidental. Pero poco más tarde, estalló la sangrienta rebelión indígena conocida como Guerra de Castas, poniendo a Tulum en el centro del torbellino. Para 1871, Tulum se convirtió en un santuario para los seguidores de la “cruz parlante”, dirigida por la sacerdotisa María Uicab, la “santa patrona” del “Santo Cah Tulum”; la caleta del sitio arqueológico parece haber sido utilizada por los rebeldes para recibir armas y pólvora que compraban a embarcaciones beliceñas que navegaban por la costa (Goñi, 1999: 50).

Atardecer en Tulum. Foto de Diego Solis.

Finalizada la larga guerra, arribaron diferentes estudiosos del naciente campo de la arqueología, entre ellos Sylvanus G. Morley y Samuel K. Lothrop, el compilador del trabajo de referencia más completo sobre la arquitectura de la región. También llegaron varios investigadores mexicanos, como Miguel Ángel Fernández, quien en 1937 hizo un estudio arquitectónico muy completo de Tulum.

En 1954, William Sanders hizo la primera excavación arqueológica del sitio y en 1969, se construyó la carretera entre Carrillo Puerto y Tulum, fomentando así su imagen como atracción turística. Cuando en 1958 el explorador francés Michel Peissel (1963) realizó su histórico recorrido por la costa de Quintana Roo, describió que el poblado de Tulum estaba conformado por no más de quince casas de techo de guano, y que se encontraba tierra adentro, con centro en el lugar hoy conocido como Cancha Maya; ahí conoció a Benanzio y Pablo Canché, entonces dos jóvenes campesinos, quienes le enseñaron los vestigios del pequeño asentamiento y su fascinante zona arqueológica. Algunos años más tarde, el Instituto Nacional de Antropología e Historia comenzó a intervenir más directamente el sitio desde el ámbito federal.

Cenote Corazón. Foto de Diego Solis.

Desde que Tulum comenzó a formar parte de los itinerarios turísticos del sureste mexicano, a finales de los años setenta, era evidente que visitar su espectacular zona arqueológica y sus maravillosas playas era una experiencia excepcional. Los escasos hoteles, construidos al sur del sitio amurallado, eran modestas palapas, sin electricidad ni agua, donde el mayor disfrute por las noches no era la comida gourmet, ni la música en vivo, sino los cielos oscuros plagados de estrellas, o la luna iluminando con su brillo las aguas del Caribe. Quienes visitaban la zona arqueológica por la mañana podían almorzar un fresquísimo pescado o la exquisita comida yucateca de Doña Tina, en un pequeño restaurante sobre la carretera federal, a la entrada del poblado.

Dos mayas rebeldes junto al Castillo, 1922

Los primeros hoteles que se establecieron en la costa, sobre el camino a Boca Paila, fueron las Cabañas Tulum, de Carlos Jasso; Santa Fe, Cabañas Don Armando, Cabañas Ana y José, El Mirador, y un pequeño establecimiento en la propiedad de don Pablo Canche (Arcos et al, 2015: 128). En tanto, en el pueblo posteriormente aparecieron los hoteles Maya Tulum, Chilam Balam, Latino, Posada Addy, y Kukulcán, entre otros (ídem); los ochenta fueron la década en la que la magia de Tulum comenzó a conocerse en el mundo.

El fuerte impulso que se dio a la industria turística en la década de los noventa propició la transformación de la geografía política de la región. En 1993 se creó el Municipio de Solidaridad, que segregó del de Cozumel la mayor parte de su superficie continental incluyendo, entre otras, a las localidades de Playa del Carmen, Tulum, Akumal, Puerto Aventuras y Cobá. Las razones para la creación de esta nueva municipalidad fueron principalmente económicas y demográficas, ya que los desarrollos turísticos habían crecido de manera muy importante en el entonces llamado corredor Cancún-Tulum, atrayendo una gran cantidad de población migrante, tanto de la Península de Yucatán como de otras regiones del país. Siguiendo esta tendencia, en 1997 se adoptó el término “Riviera Maya” para denominar al corredor y tratar de equipararlo con la Riviera Francesa. Para este momento, la magia de Tulum ya era un ícono en la oferta turística nacional.

Adoratorios, Zona Arqueológica Tulum.

Pronto aparecieron nuevos y variados establecimientos, como el restaurante Don Cafeto, del guerrerense Germán Gallegos, que se volvió famoso por su buen café y privilegiada ubicación en el centro de la población; en los años noventa, Tulum todavía era un pequeño y encantador poblado de casas modestas y con un solo lugar donde se vendía gasolina de manera clandestina; en esa época, los visitantes llegaban básicamente para conocer la zona arqueológica y disfrutar de sus hermosas playas.

A partir del año 2000 los centros de hospedaje se multiplicaron, a la par que se incrementó el número de visitantes a la zona arqueológica; sin embargo, los servicios públicos se quedaron rezagados, especialmente el abastecimiento de agua y de energía eléctrica, así como la regularización de la tenencia de la tierra. Quizás por ello, en 2002 se creó la alcaldía de Tulum, con el propósito de descentralizar los servicios que brindaba el Municipio de Solidaridad, y lograr que los ingresos originados en esta población se reinvirtieran en obras y servicios que apoyaran el crecimiento urbano de la localidad.

Gran Cenote, Tulum.

Para ese momento, el sortilegio de Tulum ya había encantado al mundo, y el desarrollo turístico rebasó con mucho cualquier intento por ordenar los servicios y el territorio; la consecuencia lógica fue la creación del Municipio de Tulum, en marzo de 2008. En esa década, algunos buzos de Tulum y Playa del Carmen comenzaron a promover el buceo deportivo en cenotes y aguas abiertas de la región; lo que inicialmente parecía ser una actividad muy especializada, pronto se convirtió en uno de los negocios más lucrativos de la Riviera Maya, y en una manera espectacular de conocer uno de los prodigiosos tesoros de Tulum: sus mares y aguas subterráneas.

De 2010 a la fecha, el crecimiento de la industria turísticas en Tulum ha sido uno de los más acelerados del mundo; la autenticidad de su comunidad maya, la espectacularidad de su zona arqueológica, y la belleza de su mar turquesa y sus blancas playas le valieron ser nombrado como Pueblo Mágico en 2015. La Secretaría de Turismo destacó, como algunos de sus atractivos principales, el esnorqueleo y buceo en sus cenotes y mar abierto; su gastronomía a base de pescados y mariscos; sus playas; la Reserva de la Biosfera de Sian Ka’an- que resguarda a la hermosa zona arqueológica de Muyil- y más de 20 sitios mayas; además, por supuesto, de las zonas arqueológicas de Tulum y Cobá.

Una visita a Tulum es suficiente para quedar encantado con el hechizo de sus múltiples atractivos; pocos lugares del país pueden presumir de una belleza tan abrumadora.

Basta estar una sola vez en Tulum para quedar encantado con el hechizo de sus numerosos atractivos; pocos lugares en el país pueden vanagloriarse de contar con una belleza tan abrumadora, pero también hay que decir que pocos lugares están en una situación tan frágil. Un turismo responsable y una industria alejada de la depredación debe ser nuestra contribución para su preservación para las generaciones por venir.

Foto de portada: Zona Arqueológica Tulum. Fotografía por Pepe Soho. Título: Noil

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