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Nuestra selva

Por Doctora Mirna Valdez Hernández

El Colegio de la Frontera Sur.

Desde el cielo, es posible ver la abundante selva que cubre la península de Yucatán, que abarca los estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo y se extiende hasta el Petén en Guatemala y el norte de Belice (distritos de Corozal y Orange Walk).

Integrada como una región natural, a esta zona se le conoce como Provincia Biótica Península de Yucatán, y su flora —ya estudiada desde mediados del siglo XIX— es conocida por su diversidad biológica y su riqueza natural.

La vegetación de esta península es el resultado de una combinación única de diferentes ecosistemas, desde selvas tropicales hasta manglares y humedales. Estos ambientes proporcionan un hábitat vital para una gran variedad de especies animales y vegetales.
En los inventarios florísticos realizados, se enlistan dos mil 700 especies, de las cuales 99 son endémicas de la región, ya que se encuentran exclusivamente en los estados de Campeche, Quintana Roo y Yucatán.

Los habitantes originarios de la zona, los mayas, han tenido un amplio conocimiento del desarrollo de sus selvas.

Esta vegetación presenta una fisonomía muy diferente dependiendo de la zona de la península en que uno se encuentre. Si es en el norte de Yucatán, se podrá observar selva baja caducifolia, dominada por árboles menores a 10 metros de altura —como los que se hallan en la zona arqueológica de Dzibilchaltún—, cuyo aspecto diferente puede sorprender según la temporada del año.

Si se le observa entre los meses de febrero a mayo, durante la época seca —que puede durar hasta seis meses—, es posible que se piense que los árboles están muertos o a punto de morir, pues la mayor parte de las especies pierden sus hojas, como una adaptación para sobrevivir a la sequía y las altas temperaturas. De hecho, su nombre caducifolia proviene de ese comportamiento, ya que sus hojas son caducas.

Además, en lo más pronunciado de la época seca, se aprecia un espectáculo muy colorido cuando muchas especies florecen masivamente, como el dzizilché (Gymnopodium floribundum), el jabín (Piscidia piscipula) y el tahonal (Viguiera dentata).

Son especies que producen abundantes flores, muy ricas en néctar y polen, característica que permite a las abejas sobrevivir y producir uno de los principales productos de exportación de la región: la miel. De hecho, Yucatán es la región productora de miel más importante en el país.

Sitio arqueológico de Aké, Yucatán. Fotografiado por Felipe Pérez.

Por su extensión, la estrella indiscutible de la región es la selva mediana subperennifolia, que se encuentra principalmente en el centro y en el sur. Paraíso de biodiversidad, su densa vegetación está compuesta por árboles de hoja ancha, como la ceiba (Ceiba pentandra), el zapote (Manilkara zapota), la caoba (Swetenia macrophylla), el cedro (Cedrella odorata) y el chaká (Bursera simaruba).

Mak’ulis (Tabebuia rosea), también conocido como árbol trompeta rosada.

Se considera mediana porque alcanza alturas de 15 a 25 metros y es subperennifolia porque aproximadamente el 75 por ciento de las especies posee hojas perennes y las conservan durante la época seca, que no es tan intensa y puede durar hasta cuatro meses.
Esta característica permite que las especies florezcan a lo largo de todo el año, ofreciendo al espectador una rica paleta de colores donde predominan las flores naranjas del ciricote (Cordia dodecandra), las rosas del mak’ulis (Tabebuia rosea), las moradas del ya’axnik (Vitex gaumeri) y las amarillas del nance (Byrsonima crassifolia). Además, sus frutos abundantes proporcionan alimento

Foto de María de la Cruz Mendoza.

constante para los animales que habitan en esta zona.En la zona núcleo de la Reserva de la Biósfera de Calakmul, se puede encontrar la selva alta perennifolia, la más exuberante. Si se le observa desde las alturas, se apreciarán sus diferentes tonos de verde y sus grandes árboles, algunos de hasta 60 metros de altura, como el pukte’ (Bucida buceras) y el machiche (Lonchocarpus castilloi).

Otras especies dominantes del dosel son el ramón (Brosimum alicastrum), la caoba y el zapote. Estos dos últimos son base alimenticia de casi toda la fauna presente, especialmente del tapir, uno de los animales más emblemáticos de Calakmul, que tiene fuerte interacción con el zapote.

Flora y fauna en armonía paradisiaca. Foto de Carlos Blanco.

Al consumir los frutos enteros del zapote con todo y semillas, la cubierta de estas sufre un proceso de degradación que permite su fácil germinación. Además, al recorrer varios kilómetros, los tapires facilitan la dispersión del zapote.

Los habitantes originarios de la zona, los mayas, han tenido un amplio conocimiento del desarrollo de sus selvas. De hecho, las clasificaban en estadios, según sus edades: el hubche’ es el estado inicial, después de haber hecho milpa, y abarca hasta los nueve años; yax k’aax es cuando el monte joven es inmaduro, de nueve a 15 años.
El yax zucucho kan es cuando el monte presenta madurez intermedia, de 15 a 25 años; y el tucucho kaj, cuando el monte maduro tiene más de 25 años.

El tapir (Tapirus bairdii), habitante autóctono de la selva.

En cada uno de los estadios, es posible encontrar las mismas especies en las diferentes etapas, pero la altura y el diámetro de los árboles permiten diferenciar sus posibles edades.

Es necesario mencionar, finalmente, que la mayor parte de la vegetación de la península de Yucatán ha sido sometida a diferentes tipos de perturbación causada por fuentes naturales y humanas. Por ello, comprender la belleza y la diversidad de este paraíso verde no sólo permite disfrutar sus colores, aromas y sabores, sino también ayuda a conservarlo.

Foto de portada: Foto de Milton Ruiz.

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