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Naufragio de los Padres Domínicos frente a las costas de la Isla del Carmen en 1545

Ernesto Vargas Pacheco

IIA UNAM

En el caribe mexicano se dieron una gran cantidad de naufragios, nos dice la especialista Helena Barba Meinecke, hay en total 123 sitios, de los que 99 se ubican entre las islas Cozumel, Mujeres, Contoy y Banco Chinchorro, a los que se suman 24 localizados en la franja costera quintanarroense.

En el caribe y golfo de los siglos XVII y XVIII destacan El Carrón, en Cayo Nuevo, y El Pesquero, en Champotón; Hanán, en Cozumel; 40 cañones en Banco Chinchorro; Ánimas de la Victoria, en la Bahía del Espíritu Santo; cañones del Gato, en San Felipe, así como el Naufragio Antiguo, cercano a isla Contoy.

Como parte de los proyectos de la SAS, se han registrado 68 sitios arqueológicos sumergidos en lagunas y ríos del estado de Campeche. En la laguna de Términos se localizaron 59 y nueve en el río Palizada. Siete corresponden a la época prehispánica, uno al siglo XIX y 60 al siglo XX.

Las tormentas fueron la razón principal de que los barcos se hundieran en el Caribe y existe en España un registro detallado de las idas y venidas de los buques, puesto que los barcos regresaban con oro y otros bienes. En los libro de Robert F. Marx y en la lista completa de Steven D. Singer se tiene un registro detallado de los naufragios del Caribe. Es interesante señalar que existe un patrón de huracanes que coinciden con la cronología de los huracanes y de los anillos de los árboles de los Cayos de Florida desde 1707 a 1825. Un equipo (Trouet, Harley y Domínguez) compararon los registros de los huracanes, de los libros y de los anillos de árboles y vieron que existe una gran concordancia.

Muchos otros naufragios no fueron registrados como tales por no llevar oro y riquezas, un naufragio interesante y muy temprano es el narrado por Fray Tomás de la Torre (Desde Salamanca, España, hasta Ciudad Real, Chiapas. Diario del Viaje 1544-1545), ese fraile fue designado para que “escribiese todas las cosas más notables que nos acaeciesen…”. Este diario puede dividirse en tres partes: la primera trata del viaje de Salamanca, pasando por Sevilla hasta llegar al puerto de San Lucar de Barrameda. La segunda parte trata del viaje a través de los mares, la vida a bordo está pintada de manera clara: calor, sed, incomodidades, barcos poco seguros. Llegan a Santo Domingo en donde permanecen por una temporada. Y en la tercera parte, ya estando por llegar a la Nueva España, creyeron que lo más pesado del viaje había pasado. Al contrario, lo más pesado les quedaba y lo más trágico.

La barca era vieja y en demasía cargada, porque debajo de cubierta llevaba muchas mantas y cera y encima del mástil que había, un estado en alto de costales de sal y  por añadidura veinte cajas nuestras y más de cuarenta personas con su matalotaje.

Nueve de sus hermanos se ahogaron en un naufragio frente a la isla del Carmen y se perdieron gran parte de los libros y demás cosas que traían desde Salamanca. El grupo de frailes Dominicos que salieron de Salamanca acompañando al Obispo Bartolomé de las Casas fue de 46, irían a Chiapas y Guatemala a la conversión de los indios. Ese año de 1544 el obispo había cruzado el Mar Atlántico dieciséis veces, así que sus andanzas ya eran muchas, en ese viaje tiene un percance grave frente a Cuba en las islas Caimanes en donde están a punto de naufragar el sábado 20 de diciembre “llovía terriblemente y las olas parecían querer llegar al cielo, ya quebraban el navío…” la tormenta duró desde el martes 16 de diciembre por la tarde hasta  el domingo por la mañana.

Llegan a Campeche y allí permanecen un tiempo, viendo los pros y contra les pareció mejor ir hasta la Villa de Tabasco para después seguir hasta Chiapa en una barca que estaba presta para salir y es así que allí meten buena parte de su matalotaje y van diez de los frailes. El domingo 18 de enero de 1545 se embarcaron “La barca era vieja y en demasía cargada, porque debajo de cubierta llevaba muchas mantas y cera y encima del mástil que había, un estado en alto de costales de sal y  por añadidura veinte cajas nuestras y más de cuarenta personas con su matalotaje”.  El lunes en la tarde vino el norte y una gran ola sumió la barca y como fue grande y furiosa dio con las cajas en el agua y arrastró a muchos seglares y a tres frailes. Se narra la muerte y lucha que tienen con el agua para sobrevivir, todos estos trabajos vio Fray Francisco, viendo con sus ojos las muertes de sus hermanos.

Ahogáronse por todos treinta y dos personas, nueve religiosos y los demás seglares, comenzaron a ahogarse después de media noche y acabaron de ahogarse al medio día, la tormenta duró hasta la tarde y no comieron hasta el jueves en la tarde del 22 de enero.

Volviendo a la barca, esta salió en la Isla de Términos, la tormenta poco a poco los echó a la ribera y muy tarde encalló en tierra, los que allí venían, venían más muertos que vivos. Fray Francisco y Segovia acompañados de unos indios fueron a Champoton y allí los auxiliaron.

Los otros frailes que estaban en Campeche supieron de la noticia, y estaban prestos para zarpar, lo hicieron hasta el 26 de enero en una barca buena y nueva,

 “las barcas era cosa segura porque jamás hombre peligró en ellas, porque aunque padecen tormentas, como van a orilla de la tierra, luego la barca encalla, y aunque ella se quiebre todo lo que lleva se escapa y esto es cosa muy platicada que después vimos muchas veces, sino que aquella desgracia tan extraña estaba guardada para nosotros por justos juicios de Dios…”

La barca llegó al lugar en donde encalló la del naufragio con la idea de encontrar algún cuerpo para darle santa sepultura, solo encontraron mantas y el mástil y escotilla de la barca y otras cosillas. Estuvieron varios días allí y fueron en busca de los restos del naufragio y solo encontraron cuatro cajas, pero no había rastro de los cuerpos. El 1 de febrero el obispo se fue en la barca con algunos frailes y son sorprendidos por un fuerte Norte en donde tienen gran temor de morir, pero finalmente llegan a Tabasco donde son recibidos y desde allí van hacia Chiapas.

Quedaron 20 frailes en la isla de Términos, allí padecieron y experimentaron algunos días lo que habían leído en los libros de naufragio, nos dice: “Palabras me faltan para decir los corporales trabajos que padecimos y las consolaciones que Nuestro Señor nos dio…”. Allí padecimos las mayores hambres que habíamos padecido, de noche hacían grandes fuegos por miedo de los tigres. “Cosa larga sería contar todo lo que allí pasó”.

De allí se fueron a Xicalango a donde llegan el 6 de febrero, comidos por los mosquitos, con hambre y sed, cansados y sin dormir. Allí curaron sus heridas y cansancios, lavaron y limpiaron los libros que habían encontrado y siguieron con la búsqueda de los libros y cuerpos de sus hermanos, rescatando 10 ó 12 cajas más.

El 11 de febrero un grupo de frailes salen para Tabasco, van por las lagunas y un riachuelo que llega al río San Pedro y San Pablo, el viaje fue tranquilo y placentero, los otros se quedan en espera de los que todavía buscaban los restos del naufragio. Salen desde Atasta el 18 de febrero y llegan hasta la costa en donde tenían canoas para ir a Tabasco por la mar, aquella tarde entráron bien dentro de la mar y navegaron hasta media noche en donde los sorprendió un fuerte norte que los hizo temer y regresar a tierra, desde allí al día siguiente fueron al río Tabasco y a la villa.

Fray Bartolomé de las Casas sale de Salamanca para Chiapa, el 12 de enero de 1544 y llega el 12 de marzo de 1545 a Ciudad Real, 14 meses después, seguramente muchos de estos naufragios no fueron registrados por no llevar grandes tesoros, este es un diario interesante pues narra la travesía por mar, la vida en un barco y los vientos y nortes que azotaron a la tripulación durante sus trayectos hasta el gran naufragio de los frailes dominicos en costas campechanas.

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