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Megafauna en cuevas inundadas y cenotes

Por el Paleontólogo Jerónimo Avilés

La megafauna de la Era de Hielo que se ha encontrado en Quintana Roo ha aparecido muy adentro de las cuevas inundadas y pertenece cronológicamente al Pleistoceno tardío llamado Tarantiense. Sus límites cronométricos se sitúan entre 126 mil y 11 mil años antes del Presente. Los restos fósiles estudiados de distintas especies (que han sido analizados por los métodos de radio carbono 14 y series de Uranio-Torio) han arrojado edades que van desde los 40 mil a los 9500 años antes del Presente, estas edades encajan dentro de la denominada paleontológicamente como fauna Rancholabreana1.

La paleobiota2 del Pleistoceno tardío de Quintana Roo entra en una subcategoría llamada Sheridaniense debido a que se encuentra en la base del Holoceno (el cual inicia hace 11mil años y que transcurre actualmente), de ahí que haya especies extintas total y localmente, así como especies extantes, es decir, que aún existen. 

Más de 80 especies de mamíferos terrestres se extinguieron al final del pleistoceno tardío en México. Se conocen alrededor de 770 localidades en donde se han encontrado restos de estas especies en nuestro país. Paleoilustración de Sergio de la Rosa

La paleobiota de la Era de Hielo, documentada en cuevas de Tulum y Puerto Morelos, incluye a más de 25 especies de mamíferos. Dentro de las totalmente extinguidas están algunas especies de grandes carnívoros: el león americano (Panthera atrox), una especie de mega gato que existió únicamente en América y desapareció para siempre hace 10 mil años, pero que se encontró en cenote Pit, a 44 metros de profundidad; respecto a los tigres dientes de sable, se han encontrado a dos de su especie: la ancestral y de menor talla denominada dientes de sable pequeño (Smilodon gracilis); y su especie derivada: dientes de sable mediano (Smilodon fatalis). También se ha registrado el oso (Arctotherium wingei) y el perro (Protocyon troglodytes). Todos extintos totalmente.

Y tenemos carnívoros que están extintos localmente cómo el lince (Lynx rufus), presente en forma fósil y extinto en toda la Península de Yucatán, pero que aún existe en Baja California Sur. Al igual que el coyote (Canis latrans), al que no se le encuentra en Yucatán más allá de sus fósiles, pero sigue existiendo en el norte de México, incluso se ha registrado su ingreso a Campeche en años recientes.  

Paleoilustración de Sergio de la Rosa

También están los extantes o actuales cómo el puma (Puma concolor)  y el jaguar (Panthera onca), cuyos restos óseos encontramos en forma fósil dentro de las cuevas inundadas; mientras que hemos hallado vestigios de  individuos actuales en las cuevas secas de la misma zona. Lo mismo pasa con otras muchas especies tales como; tapir (Tapirus bardii), pecarí (Tayassu pecarí), coatí (Nausa narica), sereque (Dasyprocta punctata), venado cola blanca (Odocoileus virginianus), tlacuache (Didelphimorphia sp.) y murciélagos (Byrsonima sp. y Coccoloba sp.).

El ensamble faunístico de cenotes y cuevas también incluye a cinco especies extintas nuevas que eran desconocidas para la ciencia: tres especies de perezosos gigantes, una de pecarí y otra más de felino panterino. Los sitios con fósiles, especialmente de perezoso gigante, deben ser de los más comunes en cuevas subacuáticas, porque -aparte de ser de gran talla y fáciles de detectar- los perezosos debieron ser numerosos durante el Pleistoceno de la península de Yucatán, y muy probablemente usaban las cuevas de manera activa.

Paleoilustración de Sergio de la Rosa

En cenote Pit hay varias cuevas y en una de ellas (aproximadamente a 100 metros de distancia de la entrada) se encuentra el esqueleto articulado de un mamífero de gran talla al que identificamos como un perezoso notroterino, específicamente Nothrotheriops shastensis, o perezoso de Shasta, al cual se le aplicaron varios estudios, entre ellos el de radio carbono 14 que reveló una antigüedad de 15 mil años. Otro de los perezosos  es el perezoso gigante encontrado en cenote Zapote de Puerto Morelos, descubierto en 2011, que resultó ser un género nuevo al que se le nombró Xibalbaonyx oviceps (en honor a la cultura maya y a la especie oviceps, cuyo significado es cabeza de huevo, y que describe la forma redonda de su cabeza y la delgadez de las paredes del hueso del cráneo). El resultado del análisis de antigüedad por radio carbono 14 arrojó una edad de 10 600 años antes del presente y, a diferencia del N. shastensis -que es una especie ya bien conocida desde hace muchas décadas-, el Xibalbaonyx oviceps era desconocido para la ciencia antes de su descubrimiento, estudio y publicación científica en 2017.

Aparte de ser novedosos, los restos fósiles de este género y especie nuevos presentan evidencia arqueológica en forma de marcas de corte producidas por algún utensilio, probablemente lítico, lo que acusa al contacto entre Homo sapiens y Xibalbaonyx oviceps hace 10500 años, y este dato es de suma importancia a nivel continente ya que la evidencia de interacción humana con megafauna extinta es poco común, al día de hoy existen pocos casos documentados de encuentros entre humanos y perezosos:  uno en Uruguay, otro en Canadá y, por último, en Quintana Roo.

Ahí mismo, en Puerto Morelos, en cenote Tortugas, se encontraron fósiles de un perezoso que se identificó como una especie nueva y que se describió como otra integrante del género Xibalbaonyx , y a la que se nombró X. exinferis (en referencia también a la comunidad de espeleobuceo, cuyos integrantes encuentran y recuperan restos fósiles al explorar las cuevas inundadas de la región, extendiéndose- a cada metro- hacia una frontera inexplorada por los humanos actuales y, a la vez, teniendo acceso a una frontera científica plagada de misterios y enigmas por resolver y preguntas que responder). La especie Xibalbaonyx exinferis es de menor talla y es uno de los perezosos gigantes más pequeños encontrados a la fecha.

Nohochichak xibalbakah es el nombre de otro nuevo género y especie extinta de perezoso megaloníquido que quiere decir de grandes garras (como los Xibalbaonyx), de hecho, onyx significa garra y se usa para miembros de esta clase de perezosos. Al Nohochichak xibalbakah (que quiere decir la garra grande del Xibalbá) se le asignó una antigüedad mínima de 11200 años y también se le encontró a profundidades que exceden los 40 metros, junto con otra especie de perezoso ya conocida, el perezoso de Harlan (Glossotherium harlani), en el sitio más espectacular del mundo en cuanto a Megafauna de la Era de Hielo se refiere,  llamado Hoyo Negro, en donde se registraron 13 de las especies fósiles de los mamíferos de la época, en perfecto estado de conservación: 12 de ellas conocidas y la nueva especie de perezoso gigante (N. Xibalbakah). 

Paleopreparación de fósil de perezoso Xibalbaonix Oviceps, un nuevo género de especie de megaloníquido.

El gonfoterio Cuvieronius tropicus, un trompudo o proboscídeo -que habitaba la zona y del que se conocen muchos sitios con sus fósiles- es un pariente lejano de los elefantes. Una de muchas características que los distingue de los mamuts y mastodontes es que el esmalte que cubre a sus defensas es de un patrón con forma de espiral desde la base hasta la punta. Las defensas son los dientes incisivos modificados, no son colmillos como en ocasiones se les mal llama.   

Se han hallado algunas piezas dentales y fragmentos de huesos de dos grupos de mamíferos herbívoros – extintos localmente- que son muy distintos entre sí, pero que comparten orígenes similares y destinos interesantes, me refiero a los équidos y camélidos. Los équidos incluyen a los caballos, asnos y cebras; y en el grupo de los camélidos están incluidos las llamas y los camellos, los dos grupos aparecen durante el Eoceno en el registro fósil de Norte América, hace 55 millones de años; ambos invadieron durante el Mioceno hace 20 millones de años el viejo mundo (Asia, África, etc.) a través del Estrecho de Bering, y durante el Pleistoceno invadieron América del Sur, mientras que al final de la última glaciación hace 11 mil años se extinguieron los caballos América, pero continuaron existiendo en el viejo mundo y fueron reintroducidos en América hace 500 años, a bordo de barcos Españoles, durante la invasión a México. Y en el caso de los camélidos, se extinguieron tanto camellos cómo llamas en el norte de América, pero sobrevivieron hasta la actualidad las llamas en Suramérica; y los camellos en África y Asia.

La evidencia arqueológica de contacto megafauna-humano quedó registrada en fósiles de un pecarí de cueva Muknal y de un perezoso de cenote Zapote. Este tipo de evidencia es muy escaso en el registro fósil y nos deja echar un vistazo al medio ambiente y fauna con la que cohabitaban y -de manera muy especial- a la probable dieta de los pobladores tempranos de América. Se trata de huellas de corte por utensilio lítico, es decir marcas de algún artefacto con el cual trataban de cortar la carne y separarla del hueso, dejando una huella involuntaria en dos casos especiales: en la mandíbula del pecarí encontrada en Muknal, a 30 metros de profundidad en el piso, rodeada de carbón fechado con 10475 años; y a 12 metros de distancia de una osamenta humana fósil, bajo de un techo manchado de hollín, fechado con 9747 años, en el sitio conocido como la bóveda de carbón. En el caso del perezoso, se detectaron marcas de corte en varias partes de distintos huesos,y se reconocen como marcas culturales en sus fósiles, por lo que el animal terminó en el lado equivocado de un probable encuentro con grupos cazadores, con los que cohabitó en la zona hace 10 600 años antes del presente, en pleno final de la última glaciación, junto a los últimos miembros de su especie: megafauna y grupos nómadas que jamás volverían a rondar por estas tierras.  

Foto de portada: Paleoilustración de Ana Vini

1 Se le llama así con base al importantísimo yacimiento fosilífero de los pozos de alquitrán en Rancho la Brea, ubicado en la ciudad de los Ángeles California, nombre que se utiliza para designar ciertas paleobiotas o ensambles faunísticos fósiles, siempre y cuando se encuentren geográficamente en Norte América  y tengan antigüedades de 240 mil a 11 mil años.

Fauna antigua, especies del pasado.

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