Alejandra Cámara
Licenciada en Ciencias de la Comunicación y miembro del Colegio de Profesionistas en Comunicación del Estado de Quintana Roo.
Aunque la jarana se identifica como una manifestación musical yucateca, surgió al mismo tiempo en Campeche y su lado danzario se convirtió en un baile típico virreinal, tanto con influencia andaluza (zapateado con un compás de seis por ocho) como aragonesa (valseado con un compás de tres por cuatro).
“Aires regionales”, “Los almudes”, “El pichito amoroso” son algunas de las jaranas más emblemáticas de Campeche, un estado cuya historia musical puede remontarse a la época prehispánica en que los indígenas hacían sonar los caracoles y usaban flautas de barro y carrizo, así como sonajas parecidas a las maracas caribeñas y el tunkul: un tronco ahuecado sobre el que se percutía.
Pese a esos vestigios, la música folclórica campechana es mestiza y se sigue ejecutando a la par que géneros internacionales que suelen interpretarse con sutiles aires campechanos como, entre otros, el rock, el rap y el reggae.
De influencia española (el fandango andaluz y el jarabe gitano), nace el jarabe de Campeche, entre cuyas piezas más populares figuran “Jarabe gatuno”, “Jarabe cubano” y “Jarabe criollo”.
El jarabe y la jarana tienen como escenarios, desde la época colonial, las vaquerías (en haciendas de ganado), los saraos (fiestas nocturnas en salas de baile) y las famosas fiestas del palmar (cuyo contexto son las playas bajo las palmeras tropicales).
En estas agrupaciones musicales suelen emplearse instrumentos musicales como clarinetes, bombos, trombones, timbales y güiros.
Otra manifestación asentada en el estado desde el siglo XVIII es el fandango, caracterizada por el bullicio y el desorden, donde se baila con gran libertad, y con una música muy próxima a la jarana.
Relegada a un cuadro folclórico del carnaval, se encuentra la guaranducha, integrada por elementos teatrales hispánicos cercanos al sainete y figuraciones de la percusión africana, con raíces en una danza acompañada con instrumentos de percusión en la Cuba del siglo XVIII, conocida como “Matanza de la culebra”. La música aquí se ha mantenido estática y, con el mismo nombre y algunos cambios, se interpreta también en la isla de Cozumel.
Estas tradiciones integran la identidad campechana, aunque las nuevas generaciones continúan sus búsquedas y ofrecen sus aportes desde Campeche a la aldea global.
En Campeche (Lugar del señor Sol Garrapata en maya) se despliegan nuevas sonoridades como las de Hombre Radio: un quinteto que fusiona el dream y el synth pop y usa sintetizadores poderosos y voces originales, o Wadadú, grupo que hace sus propias innovaciones dentro del reggae con grandes libertades sonoras y letras que convocan a la toma de conciencia por un mejor planeta.
“Sons of salem crece de manera peligrosa en la península gracias a la mezcla inteligente entre el blues, el punk y el rock para ofrecer contundentes canciones llenas de rabia, distorsión y solos de guitarra icónicos. Este tridente muestra un panorama sonoro oscuro, aunque también intenso, mismo que se complementa con el carácter fuerte de sus letras”, acota el articulista Rubén Ortega.
Así, entre la tradición y la novedad, los campechanos tocan, cantan y bailan poniendo en el idioma de la música los sentires del pasado, la emoción viva del presente y los destellos del porvenir.
Fuentes:
https://www.indierocks.mx/musica/articulos/proyectos-de-campeche-que-debes-conocer/
https://musicaenmexico.com.mx/musica-mexicana/la-musica-tradicional-campeche/
Foto de portada: Ballet Folclórico de la Universidad de Guadalajara. Cuadro coreográfico dedicado al estdo de Campeche. Fotografía: Jaime Martín.