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Rescatar nuestros ríos para conservar nuestros mares

Por el Maestro en Tecnología Ambiental Jorge Alberto Arriaga Medina

Coordinador ejecutivo de la Red del Agua de la UNAM.

El agua es un elemento indispensable para el desarrollo sustentable. De ella depende la salud de las personas y de los ecosistemas, la producción de bienes y servicios, y la resiliencia de nuestras comunidades. Se trata de un compuesto altamente complejo, no por su estructura, sino por los distintos valores asociados a su conservación, uso y disfrute.

Una característica particular del agua es que siempre está en movimiento. A través del ciclo hidrológico, el agua cambia de estados, recorre cientos de kilómetros y brinda en su camino servicios ecosistémicos de un gran valor. El agua dulce desciende de las montañas y, en las cuencas exorreicas, se mezcla con el agua salada de nuestros mares. Sin embargo, poca atención hemos puesto a las diversas interacciones entre las aguas continentales y las aguas oceánicas.

Cabo San Lucas.

En los últimos años, hemos centrado nuestros esfuerzos en conservar nuestros océanos y su gran diversidad biológica. Expediciones, limpieza de playas y programas de investigación para salvar a especies, como la vaquita marina, han proliferado. Cada vez, se populariza más el hecho de que para el año de 2050 habrá más plástico que peces en el mar. Por su puesto que se trata de un tema prioritario que debería congregar más voluntades y esfuerzos, pero no nos perdamos en el camino, “los problemas del mar se resuelven con los pies en la tierra”.

El plástico y otro gran número de contaminantes no llegaron al océano por generación espontánea, sino por un entramado proceso que involucra los flujos de agua, sedimentos, materiales y organismos vivos que son transportados desde los suelos a través de los ríos y acuíferos hasta los humedales, deltas, estuarios y costas para llegar al mar. Es decir, si queremos resolver los desafíos del océano, tenemos que empezar en nuestras cuencas y México tiene la oportunidad de ser líder de este proceso, particularmente en el Golfo de California.

Golfo de California visto desde el espacio.

El Golfo de California es un sistema que conecta 28 cuencas de aportación con un mar de belleza excepcional e increíble diversidad biológica. Este “lago salado” separa la península de Baja California de la parte continental de la república mexicana. Tiene entre 80 y 200 kilómetros de ancho, mil 200 kilómetros de longitud, una superficie aproximada de 160 mil kilómetros cuadrados y profundidades de más de tres mil metros.

Un mundo se esconde en sus profundidades. En el también llamado Mar de Cortés, habitan más de cinco mil especies de fauna marina, el cuarenta por ciento de las especies de mamíferos marinos y un tercio del total de especies de los cetáceos que existen en todo el mundo. Ochocientos treinta y ocho de estas especies son endémicas, por lo que no pueden encontrarse en ningún otro lugar, como la totoaba y la vaquita marina.

Laguna de Bacalar. Foto de Raciel Manriquez.

Pero la riqueza biológica de la región va más allá de sus aguas. En su vasto territorio, se encuentran cuarenta y dos áreas prioritarias para la biodiversidad terrestre, y sesenta y dos para la conservación de aves, además de 300 humedales y 900 islas e islotes de un increíble valor geológico. Toda esta riqueza llevó a la Unesco a incluir las islas y áreas protegidas del Golfo de California como sitio natural de la lista del patrimonio mundial.

El Golfo de California es también una fuente inigualable de desarrollo económico y social. En los estados de Baja California, Baja California Norte, Sonora y Sinaloa, cinco millones y medio de personas producen más del 70 por ciento de la pesca nacional, el 40 por ciento de los alimentos del país, el 27 por ciento del valor de la producción minera nacional y reciben a otros cinco millones de turistas que acuden con regularidad para apreciar la belleza del “acuario del mundo”.

A pesar de su gran valor, el Golfo de California se encuentra en un estado crítico. La agricultura intensiva en el uso de fertilizantes, la minería no regulada, el turismo no sostenible, la pesca indiscriminada y la gestión inadecuada de residuos en las ciudades están provocando la pérdida masiva de ecosistemas y la disminución de oportunidades económicas para millones de mexicanos.

En la Universidad Nacional Autónoma de México, hemos intensificado nuestros esfuerzos de investigación en el golfo para favorecer su desarrollo sustentable. A partir de estos estudios y proyectos de investigación en la región, con los que se busca entender mejor los impactos ambientales y sociales de las actividades económicas en el mar, entendemos que se requiere articular una visión integral y sistémica que incorpore el continuo cuenca-costa-mar, o como se conoce, a nivel internacional, un enfoque de “la cuenca al mar”.

Así, desde la UNAM, en coordinación con la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, el Fondo Nacional de Infraestructura y Banobras, estamos creando la Red de Amigos del Golfo de California. La red es una plataforma de intercambio para formular e implementar proyectos basados en ciencia que garanticen la sustentabilidad del Golfo de California.

Sumemos esfuerzos para rescatar nuestros ríos y, así, conservar nuestros mares.

Foto de portada: Cristian Juárez.

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